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Entendiendo el estrés postraumático

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¿Qué es el estrés postraumático?

 

Definición y características principales

 

estrés postraumático

El trastorno por estrés postraumático (TEPT) es un trastorno mental que puede desarrollarse después de experimentar o ser testigo de un evento traumático. Estos eventos pueden incluir, entre otros, accidentes graves, desastres naturales, agresiones físicas, abusos sexuales, conflictos bélicos y otros eventos que amenazan la vida. Los síntomas principales del TEPT incluyen recuerdos intrusivos del evento, evitación de situaciones relacionadas con el trauma, alteraciones en el estado de ánimo y cambios emocionales.

El TEPT se manifiesta de diversas formas. Las personas afectadas pueden tener flashbacks, en los que reviven el evento traumático como si estuviera ocurriendo de nuevo. También pueden experimentar pesadillas recurrentes y recuerdos angustiosos que les impiden llevar una vida normal. Esta condición puede llevar a la evitación de lugares, actividades o personas que recuerden el evento traumático. Las alteraciones en el estado de ánimo pueden incluir una tristeza profunda, sentimientos de desesperanza y problemas de memoria relacionados con el evento. Además, los cambios en la reactividad emocional se manifiestan a través de irritabilidad, problemas para concentrarse, hipervigilancia y respuestas de sobresalto exageradas.

Los eventos que pueden desencadenar TEPT son variados y no tienen que ser experiencias de violencia directa. Por ejemplo, ser testigo de un accidente grave o recibir noticias sobre un evento traumático que le ha sucedido a un ser querido también pueden provocar este trastorno. La severidad de los síntomas puede variar dependiendo de la duración del evento traumático, la proximidad emocional y física al evento, y el apoyo social que la persona recibe después del evento. Además, factores como la predisposición genética y las experiencias traumáticas anteriores pueden influir en la probabilidad de desarrollar TEPT.

Diferencias entre estrés postraumático y otros trastornos de ansiedad

Aunque el estrés postraumático se clasifica como un trastorno de ansiedad, presenta diferencias clave respecto a otros trastornos de ansiedad como el trastorno de pánico o la ansiedad generalizada. Mientras que los trastornos de ansiedad pueden no tener una causa específica identificable, el estrés postraumático siempre está vinculado a un evento traumático definido. Además, los síntomas de re-experimentación del trauma y la evitación son característicos del estrés postraumático, pero no necesariamente de otros trastornos de ansiedad.

El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente por diversas situaciones de la vida diaria, mientras que el TEPT está directamente relacionado con un evento traumático específico. El trastorno de pánico, por su parte, se distingue por la presencia de ataques de pánico repentinos y recurrentes, que no están necesariamente ligados a un evento traumático. Entender estas diferencias es fundamental para proporcionar el tratamiento adecuado, ya que las estrategias terapéuticas pueden variar dependiendo del trastorno.

Otro aspecto diferenciador es el predominio de síntomas físicos y emocionales que son desencadenados por recuerdos del evento traumático. Estos síntomas pueden incluir sudoración, palpitaciones, temblores, y un estado de alerta elevado. La conexión directa entre el trauma y los síntomas permite a los profesionales de salud mental diseñar tratamientos específicos que abordan tanto los aspectos emocionales como físicos del trastorno.

En resumen, mientras que el TAG y el trastorno de pánico se centran más en la ansiedad general y los episodios de miedo intenso, el TEPT se enfoca en la respuesta prolongada y específica a un trauma pasado.

Síntomas y fases del estrés postraumático

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Identificación de los síntomas comunes

 

Los síntomas del TEPT pueden variar dependiendo de cada persona, pero por lo general se agrupan en cuatro categorías principales: recuerdos intrusivos, evitación, alteraciones en el estado de ánimo y cambios en la reactividad emocional. Los recuerdos intrusivos incluyen flashbacks y pesadillas recurrentes sobre el evento traumático. La evitación se manifiesta en el esfuerzo por evitar pensamientos, lugares, o personas que recuerden el trauma. Las alteraciones en el estado de ánimo pueden incluir sentimientos de culpa, vergüenza, o desapego emocional.

Por último, los cambios en la reactividad emocional pueden incluir irritabilidad, problemas de concentración, y respuestas de sobresalto exageradas.

Recuerdos intrusivos

Los recuerdos intrusivos son uno de los síntomas más característicos del TEPT. Estos pueden manifestarse en forma de flashbacks, donde la persona siente que está reviviendo el evento traumático, o pesadillas recurrentes que perturban su sueño. Además, pueden experimentar pensamientos angustiosos que aparecen de forma repentina y no deseada, dificultando la concentración y la realización de actividades diarias. Los recuerdos intrusivos pueden ser tan vívidos que la persona siente como si estuviera de nuevo en el lugar del trauma, con todos los sonidos, olores y emociones asociados, lo que puede ser perturbador y debilitante.

Estos recuerdos pueden surgir sin previo aviso y ser desencadenados por estímulos aparentemente inofensivos que de alguna manera están asociados con el trauma. Por ejemplo, el sonido de un coche que se estrella puede desencadenar recuerdos en alguien que ha estado en un accidente de tráfico, o el olor a humo puede provocar flashbacks en una persona que ha sobrevivido a un incendio. La frecuencia e intensidad de estos recuerdos pueden variar, pero para muchos, representan una intrusión constante en su vida diaria, afectando su capacidad para funcionar con normalidad.

Los flashbacks pueden ser debilitantes, ya que la persona puede sentirse como si estuviera de vuelta en el momento del trauma, experimentando las mismas emociones y sensaciones físicas. Esto no solo es emocionalmente agotador, sino que también puede ser físicamente peligroso si la persona tiene una reacción intensa en una situación inapropiada, como mientras conduce o está en el trabajo. Las pesadillas recurrentes también interrumpen el sueño, lo que puede llevar a la fatiga crónica y afectar la salud física y mental general.

Evitación

La evitación es otro síntoma clave del TEPT. Las personas afectadas pueden evitar cualquier cosa que les recuerde el evento traumático, incluyendo lugares, actividades, objetos y personas. Esta conducta de evitación puede limitar su capacidad para llevar una vida normal, ya que pueden aislarse socialmente y evitar situaciones que antes disfrutaban. La evitación puede extenderse incluso a los pensamientos y emociones, llevando a una eliminación emocional que a largo plazo puede ser perjudicial para la salud mental. La evitación no solo afecta la vida social y profesional de la persona, sino que también puede generar un sentimiento de aislamiento y soledad profunda, agravando aún más el trastorno.

Por ejemplo, alguien que ha sufrido un asalto en un parque puede evitar todos los parques, incluso aquellos que antes disfrutaba. También pueden evitar hablar sobre el evento o cualquier cosa relacionada con él, lo que puede llevar a una falta de comunicación con amigos y familiares. Este tipo de evitación puede resultar en el abandono de actividades y hobbies, disminuyendo la calidad de vida y contribuyendo a sentimientos de depresión.

La evitación de pensamientos y emociones relacionados con el trauma puede parecer una estrategia útil a corto plazo, ya que reduce el malestar inmediato. Sin embargo, esta supresión emocional puede impedir que la persona procese y supere de forma adecuada el trauma, lo que puede prolongar y agravar los síntomas del TEPT. A largo plazo, la evitación puede llevar a un aumento de la ansiedad y el estrés, ya que la persona no enfrenta ni resuelve sus miedos y recuerdos traumáticos. Este ciclo de evitación y ansiedad puede convertirse en un obstáculo significativo para la recuperación.

Alteraciones en el estado de ánimo

 

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Las alteraciones en el estado de ánimo son comunes en el TEPT. Las personas pueden experimentar emociones negativas persistentes como tristeza, culpa, vergüenza, o desesperanza. Además, pueden tener problemas para recordar aspectos importantes del evento traumático y sentir un desapego emocional de sus seres queridos. Este desapego puede llevar a una disminución del interés en actividades que antes les resultaban placenteras. Las alteraciones en el estado de ánimo pueden ser tan profundas que interfieren con la capacidad de la persona para mantener relaciones saludables y disfrutar de la vida cotidiana. Estos cambios en el estado de ánimo pueden llevar a un deterioro significativo en la calidad de vida, afectando la capacidad para trabajar, estudiar y mantener relaciones interpersonales.

La tristeza persistente puede evolucionar en depresión clínica, y los sentimientos de culpa y vergüenza pueden alimentarse de pensamientos irracionales sobre el evento traumático. Por ejemplo, una persona puede culparse a sí misma por no haber evitado el trauma, aunque no fuera posible. Este tipo de pensamiento puede agravar los síntomas de TEPT y hacer que la persona se sienta aún más aislada y desesperanzada. Además, la vergüenza y la culpa pueden impedir que la persona busque ayuda, perpetuando el ciclo de sufrimiento.

El desapego emocional de los seres queridos puede hacer que las relaciones interpersonales se deterioren. La persona con TEPT puede sentirse desconectada de sus amigos y familiares, lo que puede llevar a una falta de apoyo emocional crucial para la recuperación. Esta desconexión puede ser bidireccional; los seres queridos también pueden tener dificultades para entender las reacciones de la persona con TEPT, lo que puede generar frustración y malentendidos. La disminución del interés en actividades placenteras también puede llevar a la anhedonia, un síntoma común de la depresión, donde la persona pierde la capacidad de experimentar placer en actividades que antes disfrutaba.

Cambios en la reactividad emocional

 

Los cambios en la reactividad emocional son otro componente esencial del TEPT. Las personas afectadas pueden presentar irritabilidad, arrebatos de ira, comportamientos autodestructivos, problemas para concentrarse, hipervigilancia y respuestas de sobresalto exageradas. Estos síntomas pueden interferir en su capacidad para funcionar en el trabajo y en sus relaciones personales. La hipervigilancia constante puede llevar a un estado de alerta perpetuo, donde la persona está siempre en guardia, esperando que algo malo suceda, lo cual es agotador tanto física como mentalmente. Estos cambios en la reactividad emocional pueden provocar conflictos en el entorno familiar y laboral, aumentando el aislamiento y la incomprensión.

La irritabilidad y los arrebatos de ira pueden ser desencadenados por situaciones que normalmente no provocarían una reacción tan intensa. Esto puede resultar en conflictos frecuentes con compañeros de trabajo, amigos y familiares, deteriorando aún más las relaciones interpersonales. Los comportamientos autodestructivos, como el abuso de sustancias o conductas de riesgo, pueden ser una forma de la persona de intentar lidiar con el dolor emocional, aunque estos comportamientos a menudo agravan los problemas en lugar de resolverlos.

La dificultad para concentrarse puede afectar el rendimiento en el trabajo o en la escuela, lo que puede tener consecuencias a largo plazo en la carrera y el bienestar económico de la persona. La hipervigilancia y las respuestas de sobresalto exageradas pueden hacer que la persona se sienta todo el rato ansiosa y estresada, lo que puede afectar su salud física, llevando a problemas como hipertensión, problemas digestivos y trastornos del sueño. Este estado de alerta constante también puede llevar a la fatiga crónica, ya que el cuerpo y la mente no tienen la oportunidad de relajarse y recuperarse.

Etapas de desarrollo del trastorno por estrés postraumático

 

El desarrollo del estrés postraumático se puede dividir en varias etapas:

 

1.Etapa inicial: Justo después del evento traumático, la persona puede experimentar un estado de shock o negación. Durante este periodo, puede ser difícil para la persona procesar lo que ha sucedido, y puede sentir una desconexión de la realidad.

2.Etapa aguda: Días o semanas después, aparecen los síntomas intensos de re-experimentación y evitación. Durante esta etapa, los recuerdos del evento traumático pueden ser constantes y abrumadores, dificultando la concentración y la realización de tareas cotidianas.

3.Etapa crónica: Si los síntomas persisten más de tres meses, se considera que la persona ha entrado en una etapa crónica. En esta fase, los síntomas pueden volverse menos intensos pero más persistentes, interfiriendo con la vida diaria.

4.Etapa de recuperación: Con tratamiento adecuado, las personas pueden aprender a manejar los síntomas y llevar una vida más normal. La recuperación puede ser un proceso largo y complicado, pero con el apoyo adecuado, muchas personas logran superar el impacto del trauma.

Cada etapa del desarrollo del estrés postraumático presenta sus propios desafíos y requiere diferentes estrategias de manejo y tratamiento. Comprender estas etapas puede ayudar tanto a las personas afectadas como a sus seres queridos a navegar el proceso de recuperación con mayor empatía.

Manejo y tratamiento del estrés postraumático

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Existen varias opciones terapéuticas para tratar el estrés postraumático, entre ellas:

Terapia cognitivo-conductual (TCC): Ayuda a cambiar los patrones de pensamiento negativos y a desarrollar habilidades de afrontamiento. Esta terapia se centra en identificar y modificar creencias y comportamientos que prolongan el malestar.

Terapia de exposición prolongada: Involucra enfrentar poco a poco los recuerdos y situaciones relacionadas con el trauma en un entorno seguro. La exposición controlada ayuda a desensibilizar a la persona al trauma y reducir la intensidad de los síntomas.

Terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares): Utiliza movimientos oculares para procesar y reducir la intensidad de los recuerdos traumáticos. Esta técnica ha demostrado ser eficaz en la disminución de la severidad del estrés postraumático en muchos pacientes.

Además de estas terapias, el tratamiento puede incluir medicación para ayudar a controlar los síntomas de ansiedad y depresión asociados. Los antidepresivos, en específico los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), son comúnmente prescritos para ayudar a estabilizar el estado de ánimo y reducir los síntomas de ansiedad.

Ejercicios recomendados para superar el estrés postraumático

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Además de la terapia profesional, ciertos ejercicios pueden ayudar a manejar los síntomas del estrés postraumático:

Ejercicio físico regular: Mejora el estado de ánimo y reduce el estrés. La actividad física libera endorfinas, que son sustancias químicas del cerebro que mejoran la sensación de bienestar.

Técnicas de relajación: Incluyen respiración profunda, meditación y yoga para reducir la ansiedad. Estas prácticas ayudan a calmar la mente y el cuerpo, promoviendo una sensación de tranquilidad y control.

Escritura terapéutica: Ayuda a procesar las emociones al poner en palabras los pensamientos y sentimientos sobre el trauma. Tener un diario puede ser una forma efectiva de explorar y entender las emociones complejas que acompañan al estrés postraumático.

Mindfulness y meditación: Estas prácticas pueden ayudar a las personas a mantenerse en el presente y a reducir la reactividad emocional a los recuerdos traumáticos.

Incorporar estos ejercicios en la rutina diaria puede proporcionar una fuente constante de alivio y mejorar la capacidad de la persona para manejar los síntomas del estrés postraumático. Es importante que estos ejercicios se realicen de manera consistente y se adapten a las necesidades y capacidades individuales.

Impacto y duración del estrés postraumático

Cómo afecta a largo plazo la vida de los afectados

El TEPT puede tener un impacto significativo y duradero en la vida de los afectados. Los síntomas pueden interferir con la capacidad de una persona para trabajar, mantener relaciones y llevar una vida cotidiana normal. Las personas con TEPT pueden experimentar dificultades en el ámbito laboral, como problemas de concentración, baja productividad, y conflictos con compañeros de trabajo. En el ámbito personal, el TEPT puede afectar las relaciones familiares y de pareja, llevando a malentendidos, conflictos y, en algunos casos, a la ruptura de relaciones.

El impacto del TEPT no se limita a los síntomas emocionales y cognitivos; también puede afectar la salud física. Las personas con TEPT tienen un mayor riesgo de desarrollar problemas de salud crónicos, como enfermedades cardiovasculares, trastornos gastrointestinales, y enfermedades autoinmunes. El estrés crónico asociado con el TEPT puede debilitar el sistema inmunológico, haciendo que la persona sea más susceptible a enfermedades. Además, el TEPT puede estar asociado con comportamientos de riesgo, como el consumo de alcohol y drogas, que pueden tener consecuencias negativas adicionales para la salud.

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